viernes, 26 de febrero de 2016

La Feria del libro en Cuba: un bote con agujeros

Las Ferias del Libro en Cuba tienen —como ventaja o desgracia— la atención casi masiva del público. Una muchedumbre compacta asiste a los sitios de venta, adquiriendo muchos, otros, pocos, títulos amén de los motivos que pueden ser varios: válidos, discutibles o simplemente, poco entendibles. Las últimas ediciones habaneras han adolecido y en demasía, el verse envueltas en la comercialización de todo tipo de productos que nada tienen que ver con la literatura, estamos hablando de camisetas de equipos de fútbol, afiches, licras, y abrigos de los más diversos colores; sin dejar de mencionar los precios elevados en CUC de los libros infantiles y otros de notable factura.
Desvirtuar una fiesta literaria tan importante y necesaria en la Cuba de hoy va a tener negativas consecuencias a no muy largo plazo. En Cuba se lee menos, se sabe menos la cultura, y a la inversa hay mucho conocimiento de negocio, de “trapicheo”, de “resolver”, que también tiene su explicación sociológica; pero el riesgo que ello trae a la cultura, de manera global, es totalmente inaceptable.
En las provincias la dinámica de la feria es más pasiva; pero, ¿hasta qué punto estas reuniones editoriales en el país tienen el éxito que debieran o el publicitado en los medios? ¿Hasta qué punto se trabaja, fuera del marco previo de las mismas, olvidando luego, durante el resto del año la promoción de los libros y de los autores?
Con Ian Rodríguez Pérez converso sobre algunos temas relacionados con los libros y las ferias, siempre intentando reparar al bote agujereado.

jueves, 25 de febrero de 2016

La zozobra de la Reina

Cuatro títulos bajo el sello de Reina del Mar Editores, de la AHS cienfueguera, se presentarán en la Feria del Libro 2016. Trece maneras de contemplar un mirlo, traducción de Edelmis Anoceto Vega de la poesía Wallace Stevens, aparece como uno de los más destacables dentro del pequeño catálogo. En el prólogo de este último, Anoceto Vega sintetiza lúcidamente la importancia del poeta norteamericano:
“Calificado por Paul Auster como el más francófilo de los poetas de Norteamérica; considerado por Harold Bloom como uno de los grandes de esa nación junto a Whitman, Dickinson, Frost y Eliot, y como el más fuerte dentro de su vanguardia poética (…), Wallace Stevens sobresale dentro de sus coetáneos como un escritor de una poética inusual en tanto se basa en una muy peculiar y efectiva manera de asumir el precepto imagista. Si para Pound el asunto era la representación exacta y sin adornos de la cosa, para Stevens el acercamiento a esta es múltiple, se produce desde diferentes ángulos, lo que ya le otorga a sus composiciones un matiz de proceso sinérgico”.
Federico y María, obra de teatro para niños con la que su autor, Rafael González Muñoz, obtuviera el premio Girasol Sediento (distinción colateral del premio de la ciudad Fernandina de Jagua) en 2013, narra una historia de amor complicada entre dos personajes: Federico, príncipe del Reino de Aluminio y María Tirita, princesa del Reino de Trapo. Rafael, también como antologador, presentará una selección de “7 textos jóvenes para niños”, sobre los más relevantes creadores en el país de obras teatrales para infantes, se trata de Las sobras de la buena pipa.

viernes, 12 de febrero de 2016

Yo tengo 28 y nunca he tenido un celular

Es difícil enseñarle a un niño ciertos códigos y comportamientos vitales, éticos y razonables, mucho más cuando es pequeño y solo quiere desafiar en todo cuanto pueda; mucho más cuando la comprensión, por el nivel etario, es más ardua, y la paciencia se te escurre entre las manos como si fuese agua; mucho más cuando el contexto social dibuja todo lo contrario al lienzo que tú pretendes mostrarle como auténtico.
Ahora, cuando voy por la calle, observo a los jóvenes detenidamente, escucho sus conversaciones, me imagino…El otro día, en la guagua, dos adolescentes se citaban para ir juntas al malecón y conectarse a la wifi, dos adolescentes que no sobrepasarían los 15 años, dos adolescentes que, por supuesto, no trabajan ni deberían tener la solvencia económica para costearse el aparato para la conexión, la cuenta y los CUC según el tiempo de navegación, dos adolescentes cuyos progenitores, probablemente, han hecho cualquier sacrificio global para garantizarle esos placeres, porque está claro que en la Cuba de hoy las necesidades están en otros sitios, como en la cocina, por ejemplo.

lunes, 1 de febrero de 2016

Martí escoge arroz una tarde en Pueblo Griffo

La vista fija en el arroz; lo escojo. Sentada a la mesa una tarde cualquiera. En el televisor Alejo Carpentier habla en blanco y negro. Hace más de una hora que habla. Dos bultos de arroz: uno sucio, otro que parece, como los valles. La mesa es manigua, con mambises sin machetes encima de españoles que ahora, para explicarse, llevan una carta de nacionalidad bajo el brazo. Las cadencias han cambiado. Este paisaje. Carpentier inunda de acento francés la casa; un bulto de arroz crece, en el cuarto duerme un ángel y mi madre ha salido, envuelta en abrigos raros, a buscar el pan nuestro, que es de harina desechable y sabe mal. Afuera atormentan los pájaros, chiquillos que “gritan” sobre pelota con argumentos cuestionables y este frío sin época que logra desvariar las estaciones del país.
Alejo (en blanco y negro) habla ahora sobre Martí. El genio, lo llama. La entrevista se detiene mientras Carpentier explica, magistralmente, dónde radica la agudeza del Apóstol. Convence con una anécdota sencilla: Martí en París, frente a los lienzos impresionistas que aún no son la vanguardia impresionista, y Martí identificándolos como la vanguardia, antecediéndose al tiempo. Pero no solo lo hizo con la pintura, dice Alejo, lo hizo con la brillante política que trazó un destino y una libertad para Cuba, lo hizo con su crítica a todas las artes, con sus discursos, lo hizo en su obra que fluctuó de estilos según los públicos, y que también fue barroca, enfatiza Alejo. Crece el bulto opuesto de arroz.