martes, 24 de julio de 2012

La flor adentro

No sé cuál fantasma te rodea, pero alguno te he visto en el rostro. No sé si competimos antes en este juego: tú en esa montaña, yo en aquel valle, tú gritando al eco el mejor poema, yo devorándolo aquí abajo, abriéndome el pecho para que entrara sin dificultad, y los sustantivos enredándoseme en las costillas y los artículos violando al corazón y gemidos y los participios descansando sobre el estómago.

Luego yo contraatacado con mis historias, mis historias sobre ti, que pudieron comenzar en una biblioteca o en un burdel, contigo vestido de monje o conmigo disfrazada de puta, tampoco lo sé; pero allá fueron, a la cima, con fuerza, y te desnudaron, despacio, en silencio. Llovieron flores, muchas flores que tal vez alguien lanzó desde el auditorio, pudo ser un tipo con barba o una señorita decente y pudorosa que también se humedeció después de verte. Cedimos a los aplausos y te acercaste cubierto de pétalos.


Al final no sé cuál fantasma o cuál flor, o si eras tú realmente el dueño del tallo amarillo y verde que me subió por las piernas. 

1 comentario:

  1. Excelente... Un abrazo... Felñicidad... Me gusto mucho... aplauos...

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