lunes, 19 de septiembre de 2011

Huracán

Foto: Ismael Francisco
 Estoy sentado sobre la cumbre de las sombras. La tempestad promete robarnos los espacios, pero no me muevo. Te miro, te estoy mirando, como siempre lo hice. Hay una distancia exquisita entre nosotros que extrapola los deseos. Pero yo te amo, porque desde hace mucho tiempo aprendí a llorar tu belleza con un desespero asombroso, a contemplarte en la medida, a conocer tus manías, y hasta descubrí la forma tan sensual en que duermes bajo las estrellas.

  Despiertas algo atontada, exactamente a las 9:00 a.m. bostezas, y no es solo hasta las y media que logras incorporarte al bullicio de la mañana y al salitre. Pero me temo que apenas sabes de mí. Desconoces que te dedico poemas extraños: "tú no te irás, mi amor, y si te fueras, / aún yéndote, mi amor, jamás te irías". Ignoras cómo te repaso a cada minuto, cómo te cuido, cómo te espero.

  Hoy amanecimos con vientos y lluvias oscuras. Hoy nos separa algo más: hoy nos aparta esa gran ola que me robó el privilegio de abrazarte; mientras yo sigo aquí, inmóvil, con los celos sajándome la estructura, y amándote desesperadamente sin que lo sepas.

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